Ofrenda a un Muerto de Día

muertoDeDia

Poco ha pasado del medio día. Víctor revisa su reloj con un movimiento calculado.

– Ya es la una. Es hora de comer- Se dice a sí mismo mientras se levanta de su escritorio con movimientos igual de calculados.

El reloj hace mucho que se ha convertido en un adorno carente de utilidad. Siempre que revisa su reloj sabe de antemano qué hora es. Incluso hay ocasiones en las que se podría afirmar que es el reloj el mecanismo susceptible de perder la noción del tiempo y que Víctor es el patrón de referencia que confirma si la hora del reloj está bien o no. Se podría afirmar lo anterior si se supiera que todo se hace de forma consciente e incluso se podría hacer gala de la precisión de ese alguien, pero no de Víctor. La precisión de Víctor es de otra naturaleza. Es algo involuntario para el, como si esa precisión radicara fuera de su consciencia y fuera alguien mas quien tirara de los hilos en su brazo y en su muñeca para aparentar que ve la hora, pero en realidad no ve nada porque ya la sabe, o no importa.

Y es así como Víctor causa una impresión de ajenidad en el observador casual.

Se levanta con calma de su escritorio, acomoda su silla y se dirige al comedor. Alguien podría entonces tomar medidas exactas de dónde ha dejado su silla y cómo ha acomodado sus cosas en su escritorio y llevar un registro diario. Entonces ese alguien se sorprendería al descubrir que todo está siempre en la misma posición, pero no Víctor, porque ni siquiera se da cuenta de como están acomodadas sus cosas… ni si son las suyas en realidad.

Se sienta en la segunda silla de la primer mesa del comedor. ¿Porque? Quien sabe, pero así ha sido desde hace ya algunos años. Si está ocupada entonces toma una de las de los lados, pero eso casi nunca sucede. Nadie lo molesta ni se mete con el.

Es siempre de los primeros en comer debido a su puntualidad involuntaria. Siempre pide la segunda opción de la sopa y del guisado, y eso lo saben ya quienes trabajan en el comedor, pero igual siempre le preguntan. Es parte del protocolo del servicio.

De hecho, interactuar con Víctor puede llevar a quien esté con el a actuar de la misma forma. Es tan predecible que se puede saber de antemano muchas cosas de el antes de preguntar, del mismo modo que el hace con su reloj, irónicamente.

Durante la comida casi no habla. Sus intereses son conocidos y relativamente comunes, pero casi nadie habla de ellos con el porque ya se saben las respuestas. Hablar con el provoca una especie de Deja Vu al tener la sensación de que la conversación ya se ha tenido antes, porque es casi un hecho que así haya sido. Entonces la sensación de extrañeza se desvanece o intensifica dependiendo de cada quien, aunque para los que ya conocen a Víctor es algo común y sin novedad.

Tarda siempre el mismo tiempo en comer, pero el no lo sabe. Al terminar se levanta con los mismos movimientos mecánicos con los que se sentó y se dirige hacia su lugar. Falta tiempo aún para que termine la hora de la comida, pero siempre se sienta de nuevo en su escritorio a pesar de tener tiempo de sobra para hacer otras cosas. Tal vez no tenga interés en hacer otras cosas o tal vez no sepa que tiene ese tiempo. Quien sabe.

Nadie duda de su trabajo. Es cumplido y responsable. Entrega sus proyectos en tiempo y forma y es por eso que se ha mantenido en la empresa por tanto tiempo. Sin embargo trabajar con el deja siempre una sensación insípida. Todo el equipo termina el trabajo y se entrega a tiempo, pero se queda siempre con esa sensación de incertidumbre, como si todo hubiera sido sospechosamente fácil. Pero no, todo termina bien.

Eso no significa que Víctor no tenga problemas. Se ha sabido que ha pasado momentos difíciles, como la enfermedad de su esposa o la hipoteca de su casa. Sin embargo siempre se han sabido por amigos y conocidos, porque el siempre se ve igual, y si le preguntan como está, siempre está bien.

Las cosas no son muy diferentes para con sus amigos. Con el tiempo han sabido relacionarse con el, pero el no siempre fue así. Sus amigos de la universidad son los que le tienen mas aprecio, en memoria de lo que alguna vez fue Víctor, alguien lleno de vida, sin preocupaciones, y si las tenía, las sobrellevaba pero no las ocultaba. Era un gran amigo, siempre dispuesto a compartir, tanto lo bueno como lo malo. Su rasgo mas característico era la espontaneidad, tanto en sus movimientos como en sus decisiones, a veces demasiado impulsivo, pero consciente.

Ese había sido Víctor, el amigo y el hombre del que se había enamorado Marisa, ahora su esposa, pero hacía años que ese hombre estaba ausente, como si se hubiera perdido en el tiempo y en las preocupaciones de la vida, o peor aún… muerto.
Había tenido algunas discusiones serias con Marisa por esto, incluso habían hablado de separarse por un tiempo (¿o había sido ella la única que lo había dicho?) pero sin llegar a nada. Su esposa no había sido capaz de tomar una decisión, pues al igual que en su trabajo, Víctor cumplía con sus responsabilidades en casa, por lo que decir que era un mal esposo podría resultar injusto. Pero del mismo modo que con sus compañeros de trabajo, vivir con él había dejado a Marisa una sensación insípida y de incertidumbre, pero el no lo sabía.

Y así como estas cosas, había otras tantas que Víctor no sabía, pero que aparentemente funcionaban fuera de su consciencia. Aunque en realidad es difícil hacer esta afirmación, pues no se podía saber que sabía con precisión, pero era su forma tan muerta de vivir la que hacía obtener siempre la misma conclusión.

Y fue así como aquel día se dirige a casa, como todos los días. Marisa y su hija pasaban la tarde con la abuela pero el no lo sabía. ¿O si lo sabía pero no se acordaba? Quien sabe. Aún así el se dirige a casa. Era el protocolo.

Al llegar encuentra la casa vacía. No que esta fuera una señal de algo fuera de lo normal. A veces las encontraba en casa, a veces llegaban después. Así era con ellas, pero el llegaba siempre a la misma hora.
Las luces están apagadas, así era cuando ellas no estaban. Casi todo está igual. Casi.
Lo primero que lo sacude es un olor proveniente del interior. Era algo familiar de hacía años pero que no conseguía identificar. Era el olor de algo frito sin duda, y muy rico. Aunque no tiene hambre, comienza a salivar.

Le extraña un resplandor oscilante en la pared de la cocina y se dirige hacia allá con lentitud. Se asoma por la puerta y descubre una veladora tintineando sobre la barra. Todo estaba limpio y puesto en su lugar. Sin embargo el aroma de lo preparado algunas horas antes persistía en el ambiente. No había ninguna otra pista sobre lo que había sucedido. Permanece quieto en el pasillo y comienza a recorrer la casa con la mirada. Todo estaba impecablemente puesto en su lugar.
Al dirigir la vista hacia el estudio nota otro resplandor al interior del estudio. Camina hacia la puerta y observa el lugar. Todo estaba aparentemente en orden, aunque con la poca luz que había no se podía asegurarlo por completo. Lo que si era seguro, era que el olor a comida se hacía mas fuerte en esa dirección… que terminaba años atrás en sus días universitarios.
Enciende la luz y da unos cuantos pasos con sigilo. Descubre con deleite el festín que estaba cuidadosamente colocado sobre el escritorio. Había una charola de papas y pescado fritos con aderezo de cebolla y porciones de salsa de tomate y mostaza adornados con trocitos de apio. Una sonrisa se dibuja en su rostro al recordar la “noche inglesa” en la que el y Marisa se habían conocido.
Da la vuelta al escritorio con precaución, examinándolo por todos lados, como si tratara de descubrir alguna trampa. Tan concentrado estaba en ello, que no se fija bien en el piso y tropieza con una caja. La  tapa tiene múltiples  rótulos de las cosas que había contenido durante años. Unas etiquetas musicales le dan una clara idea de lo que podía ser. Abre la caja con emoción y encuentra su colección de discos y revistas de sus años de juventud.
Sonreía, y mucho, como hacía tiempo no sucedía. Entonces una sensación cálida recorre su cuerpo por el torrente sanguíneo mientras bebe un poco de whisky. Sacude la cabeza como si de pronto despertara de un letargo de muchos años. Se estira vigorosamente y se dispone a escuchar uno de los discos de la caja.

Falta poco para la media noche cuando Marisa estaciona el auto en la cochera y apaga el motor. El sonido de la música se escucha por toda la casa. No puede evitar sonreír mientras una miríada de recuerdos y pensamientos se desbordan por su mente.

Hay muertos de día que algún día pueden volver a vivir.

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7 Responses

  1. Griss. says:

    Me encanto!!

  2. towanda says:

    algunas personas viven de tal forma q cuando mueren, la única diferencia

  3. towanda says:

    es los 3 metros bajo tierra

  4. Carlos Alfonso says:

    Definitivamente creo que debemos preocuparnos por no morir en la rutina… ya suficiente tenemos con la muerte corporal que tarde o temprano nos ha de llegar.

    Gracias por venir, vuelvan pronto (¡pues escríbe mas seguido! ¡duh!)

  5. YezZz!!! says:

    Al leer tus letras convertidas en frases, no puedo más q volcarme en los recuerdos de mi “inconsciencia calculada” q en más de una ocasión me han llevado a vivir lo cotidiano como algo tan preciso y exacto, donde las cosas q me rodean adquiere sentido cuando alguien las ha movido de lugar o bien cuando teniendo más opciones para volver a casa siempre elijo la misma.

    Sin embargo, algo q hizo q detuviera mi ritmo de lectura fue cuando reconocí q dentro de este aparenté ciclo de relaciones, las expresiones de sorpresa son casi nulas q nos dejan con una “sensación insípida” y sin darnos cuenta dejamos de ser y pasamos transitando x el tiempo con una sensación de q “algo hemos olvidado”.

    Pero afortunadamente.. como bien lo describes, esa esencia sigue ahí, esperando una palabra, una imagen, un sabor, un aroma, un sonido… q la despierte pues se encuentra adormilada y cuando esto pasa provoca una sensación de felicidad, de armonía, de libertad, de ser.

    No se sí esto pueda leerse como algo exagerado para algunos, pero yo tengo q admitir q soy mucho de Victor y menos de YezZz, pero últimamente intentó buscar, inventar y construir pretextos para volver a re/vivir.

    Gracias x compartir tus letras. Excelente inicio de semana.

    • Carlos Alfonso says:

      Me encanta el concepto de la conciencia dormida, la esencia que permanece en nosotros en espera de despertar nuevamente.
      Me da gusto que intentes inventar y construir formas de volver a vivir todos los días, porque suele pasar que uno ya haya muerto sin haberse dado cuenta, y se haya convertido en un fantasma de su propia existencia.

      Gracias por la visita.

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