Sanatorio

“Y me sentí tan especial… qué ingenua”

De pronto tuve la necesidad de sentirme bien. Sé que esto puede parecer absurdo, después de todo ¿quien no? Pensaba en algo más específico, como quererme liberar de una carga que traía; quizá más como drenar una pila de agua estancada que debe limpiarse para volver a ser útil; incluso en aquellos animales que buscan ciertas hierbas para comer cuando se sienten mal. Todo esto porque inconscientemente comencé a escuchar canciones con algo en común, como si para sentirse bien primero se tuviera que aceptar que se siente mal, y porqué.

Recuerdo en particular este disco de Ximena Sariñana que, independientemente de que trae una vibra como de blues pop que me parece agradable, puso en la rotación musical dos canciones que me hacían pensar mucho en lo que había pasado los últimos meses, y que parecían responderse mutuamente en un ciclo infinito sobre quién hizo qué.

“Un error” se escuchaba como las palabras que me hubiera gustado que me dijeran; pero también como una excusa y paliativo porque a veces simplemente “las cosas salen mal”.

“Mediocre” era el impulso de autoreclamarse y señalarse como culpable de que te vean la cara, o de no ser suficientemente buena persona, o tal vez demasiado.

En fin, que cada quien lidia con estas cosas como puede, con las canciones y bebidas que quiere, con la intención de sanar. Y tener algo bueno que cantar en los karaokes.

æComo menciones honoríficas pondría un par de canciones de Playa Limbo y una versión de “Hasta que te conocí” de Elis Paprika, que podría tener su propia entrada en estas memorias, pero en realidad la canción no es tan buena como la original. Supongo que así pasa también con las personas.


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