Compañía en soledad
“Es el silencio en mi interior…”
De entre las cosas probables e improbables que le pueden pasar a un chico de secundaria, ésta debía estar como a la mitad.
Verónica era una compañera de la secundaria que vivía en el mismo conjunto de edificios que yo. Un buen día comenzamos a coincidir en el regreso a casa. No solía ser de los que iniciaba conversaciones, y menos con una chica considerablemente atractiva.
Nada tenía qué hacer un chico como yo con ella, por muchas razones, así que sólo decidí no permitir que el asunto trascendiera. Entonces ella comenzó a hacerme plática.
No es que no fuera una chica normal como cualquiera de su edad, más bien parecía estar pasando por un mal rato. Entre las cosas de la escuela, su casa y, obviamente, un chico; había una sensación de tristeza y soledad en todas las cosas que me platicaba, como si una luz en ella estuviese por apagarse. No podía hacer mas que acompañarla, pues tampoco es que ella estuviera esperando un consejo de mi parte, quizá solo alguien que la escuchara. Pasábamos tiempo en el regreso de la escuela y de vez en cuando me iba a buscar a mi casa con el pretexto de alguna tarea. Entonces sólo hablaba como quien le habla a una mascota o a un muñeco de peluche, quedando aquellas pláticas guardadas entre las líneas de esta canción de la época.
De alguna forma era la envidia de otros chicos, aunque yo sólo quería que esto terminara. Ella debía volver a su vida, donde todo volvería a ser felicidad y color de rosa, dejando atrás a quien compartió con ella momentos de soledad en compañía, sabiendo que nada tenían en común y que eso sería lo único que llegarían a compartir.
Por fortuna ella pronto volvió a su vida y yo continué con la mía. Aunque el destino de regreso al salir de la escuela seguía siendo el mismo, cada quién fue a encontrar su propio camino, y su propia compañía.