Amistad inesperada

“Can anybody find me…?”

Debo admitir que al inicio Ricardo no me simpatizó mucho. Quizás por su personalidad y convicciones fuertes sea un desafío tratar de congeniar con él, además de que su inteligencia sobresaliente hace difícil que puedas ganarle cualquier argumento. Después entiendes que una amistad no se trata siempre de competir, si no de compartir. Desconozco por qué capacidades o cualidades se haya podido generar esa ventana que en algún momento, eventualmente, se abrió.

Podría apostar a que buena parte del tiempo la música es el agente sintonizador de las personas; donde hay diferencias o falta de puntos en común, nos permite coincidir en un lugar y a partir de ahí comenzar a conocer a alguien.

No era gran cosa lo que conocía de Queen, salvo lo que todo el mundo conoce por la cultura popular, que entonces era menos porque la siguiente ola llegó mucho después con la película sobre el grupo que salió años más tarde.

Fue en una plática cualquiera para relajarse del trabajo que Ricardo me comentó sobre su afición por el grupo, y en particular su admiración por Freddie Mercury. Al poco tiempo tuvo a bien compartirme su colección de Queen y con ello reconectarme con esa música, que hasta entonces no representaba algo en particular para mí. Después me prestó el famoso concierto en Wembley que es un momento icónico sin duda en la historia de la agrupación.

Y ahora recuerdo a Ricardo con esta música, con la dualidad de las versiones originales y las versiones en vivo, como la misma de la persona que conocí en el trabajo y la que después pude conocer más allá.

Como sombras de fuentes de luz distintas que coinciden en el mismo punto, así fue que coincidimos entonces.

E igualmente será, cuando volvamos a encontrarnos.


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