Hasta pronto
“…y solo quedarán, los buenos momentos de ayer”
El fin de este ciclo también llegó. Lo supimos desde el principio, y no era malo, solo un poco triste.
Cuando decidí pasar un tiempo con mi mamá lo platicamos; se trataba de aprovechar la oportunidad mientras duraran las prácticas profesionales. De vez en cuando salía el tema en alguna reunión familiar y la conclusión era la misma: que seguramente no encontraría mejores oportunidades laborales ahí que en donde había estudiado.
-Es que no le busquen trabajo, búsquenle novia, van a ver como así se queda- decía mi abuelita.
La vida siempre es una búsqueda de cosas que no tenemos, sólo que a veces no sabemos por cual empezar, ni por dónde.
Al terminar las prácticas profesionales comencé a consultar vacantes. La verdadera lucha del estudiante apenas estaba por comenzar. Afortunadamente conseguí pronto un par de entrevistas.
No creo, o al menos no consigo recordar que hayamos querido hacer algo relevante para ese día; el día que partía de nuevo.
Saldría a medio día de la casa, cuando mi mamá y mi hermana estuvieran en sus respectivas actividades. Nos despediríamos ese día en la mañana como cualquier otro de esos meses. Y partiría hacia un nuevo destino.
Llegado el momento me detuve en la puerta antes de salir. Tal vez no quisimos darle tanta importancia para no entristecer; pero entonces restaríamos importancia también a todo lo compartido. No podía ser así.
Escribí una nota agradeciéndoles por haberme recibido y permitirme compartir aquellos días, entre dificultades y retos, pero también entre alegrías y buenos momentos; que se quedarían con un pedacito de mi, así como yo me llevaría uno de ellas, pero sobre todo, que siempre podrían contar conmigo.
Y partí tranquilo, sabiendo que pronto nos volveríamos a ver.
Ojalá siempre pudiera ser así.