Brincando y retando

“Come on! kick the can”

Mi hermana y yo dejamos de convivir con frecuencia tras la separación de la familia debido a que uno se fue con melón y otra con sandía. Esto cambió nuestra dinámica, ya que fue el catalizador que nos hizo dejar de lado nuestras diferencias.

Nos veíamos ocasionalmente cuando yo iba a visitar a mi mamá o cuando íbamos al cine con mi papá. En una de estas salidas al cine pasamos a las maquinitas de la plaza. Mi hermana quería mostrarnos algo. Se subió a una máquina con un panel luminoso en la base en la que podías oprimir los botones con los pies. Insertó su tarjeta y comenzó la música.

El juego de saltar al ritmo de la música y oprimir los botones en la secuencia correcta se veía bastante divertido. Nos sorprendimos y le aplaudimos. Al bajar de la máquina me dijo con una sonrisa retadora:

-Creo que he encontrado un juego en el que no me podrás ganar.

Si bien nunca me ha gustado mucho bailar, esto era doblemente diferente: era un juego y era un reto. Aceptado.
Solo me reí y le dije que ya veríamos.

Estuve pensando en ello algunas semanas. Debía comenzar a practicar de alguna forma, pero era demasiado penoso para intentarlo en público.
Un domingo que salí con mis amigos, vi en un puesto de videojuegos un tapete que se parecía al panel de la máquina de baile, y para sorpresa de mis amigos lo compré. Yo ni tenía consola de videojuegos, pero con la ayuda de mi buen amigo Andrés pudimos poner pies a la obra.

Ni Fausto ni Andrés ni yo teníamos experiencia en esta clase de juegos. Ritmos y colores caricaturescos salían de la pantalla.
Esta fue una de las primeras canciones que elegimos, tal vez por ser una versión animada de un ritmo popular a nivel mundial. Y divertido.

Andrés no llegó muy lejos, pero Fausto y yo pasamos horas en este juego, compartiendo retos y hazañas. Fue un gusto que habría de durarnos años, mientras los tapetes y las articulaciones lo permitieran.

Eventualmente fuimos también a las maquinitas y pasamos el reto sin problema.

Otro tendría que ser el reto a vencer, hermanita.

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