El Punto de No Regreso
Todo comenzó con una invitacion. Los jugadores se dieron cita a la fecha y hora indicadas.
El lugar estaba lleno de gente, y aunque no se vieron de primera instancia, ambos sabian que el otro estaba ahí y que todo estaba listo para iniciar el encuentro.
Desde el principio se puso en manifiesto el duelo de inteligencias, donde de una manera sutil cada quien trataría de imponerse a su contrincante.
La clave estaba en los ataques a discrecion, avanzar sin comprometer nunca la posicion, porque el primero en encontrarse fuera de lugar respecto al otro quedaría fuera del duelo.
Caminaban en círculos, siempre analizando los movimientos del otro en espera de encontrar algun signo de debilidad, aunque fuese imaginario. Los círculos comenzaban a hacerse cada vez mas pequeños, mientras incrementaba la confianza en si mismos y llegaba el momento de que cada quien tomara su juego.
La seguridad de cada gesto y de cada movimiento era crucial. Ninguno debía mostrarse desprevenido, aunque ambos sabían que en realidad el encuentro se estaba llevando a cabo en términos de incertidumbre y aleatoriedad absolutos; y que la capacidad de improvisar le daria la ventaja a quien supiera aprovecharla mejor.
Fue entonces cuando ambos se vieron a los ojos y una leve sonrisa se dibujo en sus rostros. La victoria estaba asegurada aun cuando las cartas seguian en juego.
En ese instante, llegó el momento de los retos. Era hora de apostar a ver quien tenía el mejor juego, provocando al oponente a dar un paso tras otro hacia adelante, cada vez mas lejos de la zona de resguardo.
Pronto, sin haber notado lo rápido que sucedió, se dieron cuenta que acababan de llegar al punto de no regreso, ese punto donde todavía te puedes retirar sin perderlo todo.
Cualquiera de los siguientes pasos sería ya sobre terreno inexplorado, mas alla de la frontera del espacio conocido. Sin embargo ninguno quiso darse por vencido, pues el furor de su confianza en la inocencia de sus actos les había cegado por completo.
Cada uno fue descubriendo su juego, una carta a la vez, poniendose por un breve instante a merced del adversario, mientras el monto de las apuestas seguia incrementandose.
Llegó así el punto cúspide del encuentro, quedaba 1 carta boca abajo en cada juego y con ellas, el momento de la verdad.
La última tentación se mostró con el primer juego abierto, uno de ellos había descubierto su posición por completo, quedando expuesto al oponente, pero protegido por la confianza en cada una de sus jugadas, esperaba serenamente el momento de la rendición, creyendo plenamente en que el contrincante no podría ir mas lejos.
Sin embargo, algo inesperado estaba por ocurrir: La última carta boca abajo se dió vuelta en respuesta a la franca provocación, demostrando que podemos ser artífices de cosas extraordinarias. Fue inevitable la clara delineación de la tenue sonrisa y mirada profunda de quien está satisfecho con lo sucedido pero no lo puede explicar: Cada uno había terminado el duelo exactamente con la mano del otro…
vaya, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia…todo esto salió al hilo o debiste dar aquellos circulos en la mente?
quedar a merced del oponente era casi ineludible, y aún así, ¿hubieran contemplado al menos una vez quedarse en el punto de no regreso?, bien lo has dicho, la suerte está echada, solo se confía en la diosa de la fortuna cuando los movimientos son realmente inocentes.
y cegados de esta forma, hubo que abrirse camino a tientas en la oscuridad hasta ese momento de la verdad…inesperado y anhelado al mismo tiempo.
Cada uno había terminado el duelo exactamente con la mano del otro, … en este caso no sería el uno en brazos del otro?
me parece muy bien el cunto, me recuerda algunos textos sorpresivos de Arreola, o porqué no del mismisimo Borges, jejejeje. sería interesante tratar de limpiarlo un poco y que quede más corto, para que el final sea más un golpe de nocaút, como decía el cronopio de cortazar.
te mando mi blog
http://doctorvertigo-babelias.blogspot.com/