Pausa vacacional
“Hoy te quiero más que siempre…”
Nuestras vidas comenzaban a acelerar su ritmo al margen de la adolescencia y muchos cambios por venir. Mi hermana estaba por entrar a la secundaria y yo a la preparatoria. La anticipación de un nuevo ciclo mientras sigues viviendo experiencias nuevas cada día hace parecer imposible procesar todo lo que sucede mientras el corazón salta ante la menor provocación, ya sea positiva o negativa. Eso es lo que pasa cuando se descubren las emociones.
En ésto nos ocupábamos mi hermana y yo cuando llegaron las vacaciones de semana santa de 1998. Normalmente íbamos a pasar los días a casa de mi abuela materna, pero ese año no se habría de poder. Coincidió entonces con que la familia paterna había sido invitada a pasar unos días con otros familiares que vivían en el estado de Guerrero. Fue cuestión de último minuto, pero mi hermana y yo terminamos empacados en el viaje.
Resultó ser un recorrido por varios lugares del estado: un pueblo tranquilo, un río divertido y refrescante, y un destino de playa poco conocido pero fascinante. Un viaje entretenido de principio a fin.
Desde luego que la música de Maná nos resultaba familiar, pero fue éste álbum de Maná en particular el que nos acompañó en los intervalos de carretera, cortesía de mi tío Chelín, al que le gustaba mucho. Mejor música para cantar y reir en carretera no pudo haber.
La pausa además nos venía bien. Una estampida de emociones y experiencias nos esperarían al volver. Siempre estaré agradecido con mis tías y tíos con quienes hicimos el viaje y quienes se aseguraron de que tuviésemos 2 semanas de alegría y diversión, comida deliciosa y experiencias de río y playa inolvidables.
Quisiera volver a esos días y a esa playa, pero esos días ya no están, ni la playa es la misma, ni yo puedo volver a ser yo.
Así es… Que se puede hacer… Todo cambia…