Negociación fallida

“He’s battled constantly this fight he cannot win..”

Entiendo que hay cosas que no se pueden negociar, lo que no entiendo es la forma en que algunas personas manejan el desencuentro.

Y sigo pensando si ese día realmente hice algo malo.

Como antecedente diré que en esos días, por casualidad y coincidencia, comentamos el caso de un compañero de trabajo que compartía su alojamiento con una amiga sin que eso causara algún problema con su novia. Desde luego que nos faltaba más contexto para poder emitir un juicio al respecto; entendí que era algo que no te parecía muy apropiado, y aunque no coincidíamos, te concedí el punto de que al menos era raro.

Sus razones tendrán algunas parejas para no dar ese paso, y en nuestro caso era una puerta que permanecía misteriosamente cerrada. El tema se quedó como una plática cualquiera, sin saber que resultaría relevante poco tiempo después.

Son pocos los vínculos de amistad que tengo, pero son fuertes e importantes, como la confianza que nos podemos tener de forma recíproca para apoyarnos en situaciones difíciles.

El viernes de esa semana me habló mi amiga Bety para pedirme un favor importante. Hablando de puertas que se cruzan, hacía tiempo que había cruzado la de su casa, por problemas familiares, y decidió irse a vivir con su novio.

Al parecer hubo un momento en que tuvieron algún problema y él en particular se puso en un plan serio y preocupante, al grado en que Bety consideró que no era seguro seguir en ese lugar, pero tampoco creía factible poder regresar a casa de su mamá.

El favor que me pidió aquel viernes era que si podía darle asilo en mi casa, al menos en lo que solucionaba las cosas. Sin dudarlo le dije que si, que podía llegar a mi departamento, tan pronto lo platicara contigo.

Te marqué y te comenté la situación, a lo que tu reacción inmediata fue colgar.

Pocos minutos después te apareciste, antes que Bety siquiera me hubiese confirmado, visiblemente molesta y con una caja en tus brazos con todas las cosas que alguna vez te di.

Traté de calmarte diciendo que era una exageración, con el efecto opuesto claramente documentado que sabemos que tienen esas palabras en alguien en esa situación.

Fue en medio de este momento volcánico que llegó Bety con sus cosas, agregando algo de incomodidad a la ya de por si difícil situación.

De este episodio surgieron unas cuantas conclusiones que resultaron algo radioactivas, y que me pregunto qué hubiese sido de ti y de mí si no nos hubieran encontrado.

Como que pensaras que yo, en algún momento de arrebato o reacción excesiva podría agredirte físicamente, o que pensaras que no me importaba tu opinión y que no te tomaba en cuenta para cosas importantes.

Como que esto fuese razón suficiente para que consideraras esto el fin, porque no se me ocurre otra razón por la que llevaras contigo esa caja.

Como que hubiese algunas cosas imperdonables, a pesar de haberlo intentado.

Me pregunto si alguna vez realmente estuvo en mis manos.


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