Pláticas de Elevador
― Joven, ¿me permite un momento? ―me dice una señora afuera del elevador cuando me ve pasar.
― Claro, dígame.
― ¿Le puedo pedir de favor si me acompaña a subir?
La examino rápidamente. Tendrá entre cincuenta y sesenta años. Es de complexión media. Trae un pantalón cuidadosamente planchado y una blusa que hace juego. Tiene el cabello ondulado y teñido de rubio. Trato de identificar signos de alguna condición física que le impida subir al elevador por su cuenta. Un bastón, o algo muy pesado quizá. No, la señora está en excelente condición.
― No hay problema ―contesto con cortesía.
Oprime el botón del ascensor y unos segundos después se abre la puerta. Entramos y presiona el botón marcado con el número nueve.
― ¿A qué piso va joven?
― Al mismo que usted.
La señora sonríe con tranquilidad mientras se cierran las puertas. El elevador asciende.
― Disculpe que lo haya molestado joven, pero ha de saber que sufro de claustrofobia. No puedo estar en lugares cerrados. Me pongo muy nerviosa. Incluso me han llegado a dar ataques de ansiedad y pánico.
Hace una pausa que parece que será prolongada pero se interrumpe. Apenas vamos en el tercer piso.
― No joven, no crea que siempre me pasa. Sólo cuando estoy sola, por eso procuro estar acompañada en los lugares cerrados, en especial en los elevadores.
Este comentario lo dice como para aclararme que no me estoy encerrando con una vieja loca que en cualquier momento puede tener un ataque de pánico.
― No tenga cuidado, la entiendo ―contesto amable, tratando de hacerle sentir que la disculpa no es necesaria.
― La compañía de otras personas me hace sentir bien en estos casos, y mejor aún si tengo el gusto de una tan gentil como la de usted.
― El gusto es mío ―contesto mientras agacho la cabeza con un ademán de cortesía.
― Verá, creo que con el tiempo y los achaques de la edad uno le va encontrando el modo a las cosas. Buscar la compañía de otros me ha ayudado mucho con mi problema. El truco está siempre en ver el lado positivo de las cosas. Además, así he podido conocer gente muy agradable. Sacar algo bueno de algo malo.
― Claro, tiene usted razón. Muchas veces nosotros mismos tenemos las soluciones a nuestros propios problemas.
― Muy cierto ―contesta la señora tras una pausa― Aunque tengo que confesar que me siento muy afortunada. Con tanta gente por aquí y por allá no siempre se puede contar con encontrar personas agradables. Sin embargo, casi siempre que me voy a subir a un elevador y veo una persona, me imagino que será amable y simpática y ¡Pam! Justo lo que yo pensé, como si lo hubiera deseado con fervor y alguien me lo hubiera concedido. Deben ser mis ángeles guardianes que siempre me protegen.
Pienso un poco mi respuesta porque comenzamos a adentrarnos en el espacio sagrado de las convicciones personales. Estamos en el sexto piso.
― Creo firmemente en el poder de la mente ―contesto calmado y resuelto― He sido testigo de los grandes logros de personas que se proponen algo y lo consiguen con tan sólo pensarlo. La clave está en la convicción.
La señora asiente despacio. Me da la sensación de que está interpretando mi respuesta. Tras unos segundos, me mira con entusiasmo y sonríe. Estoy seguro de que lo que yo quise dar a entender y lo que entendió son cosas diferentes.
― Claro, todo está en la convicción con la que pienses las cosas. No puedes pedir nada si no crees firmemente en aquello que deseas ―contesta con naturalidad.
Pienso en si será buena idea señalarle que no fue eso exactamente lo que quise darle a entender. Pero desisto. Ya llegamos al noveno piso.
― Joven, ha sido usted muy amable en acompañarme. Le agradezco mucho.
― Por nada señora, la entiendo perfectamente. Tampoco me gustan los elevadores. Que tenga un excelente día.
Y de verdad la entiendo perfectamente. Odio los elevadores.
Y odio hablar con extraños.
Y soy un producto de su imaginación.
Amigo, a esto le falta tu barra de herramientas Facebook. Mientras se la pones, por aqui te dejo tu “Like” :D:D
Bueno! Bueno! Muy de Querlos eso de no gustar de conversar con extraños! y muy bueno eso de buscar algo o alguien que te ayude a transitar por los espacios que te asustan, aún aunque sea producto de tu imaginación. ¿o será esquisofrenia? jajaja!!! lo cierto es que los amigos imaginarios nos acompañan si lo deseamos, aunque algunos sean un poco antisociales!!!!
Muy bueno, lo he disfrutado mucho, lastima que tan pronto hayamos llegado al noveno piso… espero con ansia la siguiente entrega!!!
Gracias!!!!! besos y abrazos!!!