Retrato Demente

depressed

Todos los días han transcurrido mas o menos igual, encerrado en una habitación rebosante de segundos, minutos y horas que no sirven para nada naufragas en un mar de tiempo. Algunas llaves por aquí y por allá que tal vez podrían abrir la puerta y escapar. Has probado varias pero hasta ahora ninguna ha funcionado. De pronto lo intentas con una llave mas, y no solo no abre, sino que se atasca.
Profieres una exclamación de frustración. Cierras los puños con fuerza y… nada. Sientes tus uñas enterrándose en las palmas de tus manos. Contienes la respiración y oyes el latido acelerado de tu corazón. Tu respiración, el parpadeo de tus ojos, incluso tus pensamientos, todo se detiene. Estás completamente solo con una bomba de tiempo a punto de estallar dentro de tu pecho.
Cinco, cuatro, tres, dos, uno. Nada. Aspiras profundamente y te relajas. Tu cuerpo cae súbitamente como una marioneta junto a la puerta. Te recargas en la pared con los codos sobre tus rodillas y tu cabeza acomodada de lado sobre tus brazos cruzados. Una voz familiar se oye en el fondo de la habitación.

– Está bien. Ha sido suficiente por hoy. Lo volveremos a intentar después.

Te extiende un frasco con pastillas y lo miras con desconcierto y desilusión.

Preguntas ansiosas se escapan ligeramente por tus pupilas con un gran signo de interrogación.

– Tu sabes bien porqué y para qué. Ya lo hemos platicado antes.
– ¡Ayúdame! ¡Sácame de aquí! No me dejes.
– Eso intento.
– ¿Porque no me dices cual es la llave?
– Porque sólo tu puedes encontrarla.

Un suspiro profundo es lo único que tu cuerpo exhibe como respuesta. Los segundos se deslizan entre ustedes como una cortina de humo que enrarece el ambiente.

– Supongo que ya es hora.
– Si, debo irme.

La pena se muestra en su semblante. Sabes que lo han intentado, y por eso no puedes culparlo.

Estás a solas de nuevo. Intentas disfrutar este estado de incertidumbre, que es irónicamente cuando eres mas consciente de la situación. No queda mucho tiempo. Resignarse es lo único que queda.

La luz se desvanece. Lo poco que hay en una habitación se va perdiendo en la penumbra. El sonido de un frasco que cae al piso resuena en medio del silencio al que sucede un sollozo apagado.
Lo último que se alcanza a distinguir en un rincón es una figura maltrecha y delirante. Es la figura de la locura.

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2 Responses

  1. Efrenk says:

    Amigo! Te hemos perdido… No te preocupes, cuando te encierren yo estaré ahí para sacarte de ahí a pesar de todos los que lo quieran impedir, a pesar de ti mismo jajaja.

  2. towanda says:

    uorale!!! muy buena la imagen, la fidelidad del retrato a distancia es buena jejeje

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