Un vistazo al paraíso


Los hechos que estoy a punto de contar sucedieron en una reunión bastante peculiar. No creo que en algun momento de la historia se hayan podido reunir personajes tan distantes en todos los ámbitos, ni siquiera soy capaz de explicar las circunstancias en las que se sucitó dicha reunión, así que solo me limitaré a explicar los hechos tal cual y como los recuerdo.
Era una tarde de verano, cuando un grupo de singulares personajes celebraban una reunión como un acontecimiento perdido en el tiempo y el espacio.
La brisa vespertina comenzaba a soplar mientras unas nubes de tormenta comenzaban a cerrar el cielo, pero no con la amenaza suficiente de sabotear la tertulia en la terraza.
Habían pasado unos minutos desde que aquellas nubes habían ocultado el sol agonizante, cuando éste, como quien desata su última ráfaga de furia antes de morir, se abre paso violentamente por entre las nubes, dejando pasar sus rayos que formaban a su vez una escalinata hacia otro mundo y sellando la tarde con aquella escena de postal.
No pude evitarlo y mi curiosidad me impulsó a preguntar si era el único que se había percatado de singular acontecimiento.
No tardó en responderme un sujeto vestido con una túnica obscura que daba apariencia de ser alguien muy serio y que no se anda con bromas.
– Es la luz pura, la dulce vida, la profunda y clara subsistencia del alto lumbre, donde aparecen tres giros de tres colores y de un continente, uno de otro como iris de iris…
Es ahí donde están las almas bendecidas, todas en estado de beatitud y disfrutando de la presencia de Dios, aquel amor tan grande y tan fuerte que mueve al sol y a todas las demas estrellas…
Entonces otro le secundó, un poco insatisfecho con aquella descripción que al parecer no capturaba la atención de alguno de los presentes.
– Vamos, tienes que ser mas explícito, yo veo los jardines con ríos de leche y miel donde están preparando ya los banquetes exquisitos con carnes y vinos aromáticos que no embriagan ni hacen que pierdas la razon.
Los jóvenes esclavos ya están preparando los aposentos y trajes lujosos, joyas y perfumes.
¡Mira! Tambien estan las hurís que nos han sido prometidas, yacen impacientes vistiendo trajes de la mas finas y suaves telas, reclinadas en divanes adornados con oro y piedras preciosas esperando por nosotros ¿No las ves?
Entonces otro con un gesto de impaciencia tomó la palabra.
– Si, en efecto hay un banquete que se está preparando, pero no como el que tu dices.
Es en un palacio con un número infinito de cuartos que alberga a todos aquellos que han muerto honrosamente en el fragor de la batalla.
Se preparan física y espiritualmente para cuando llegue la hora del lobo. Mientras tanto se sirven banquetes impresionantes hechos de carne de jabalí que nunca se acaba, acompañados de exquisito aguamiel que fluye por rios como si fuera agua.
Y entre banquete y banquete, nuestro Dios ha dispuesto que estemos preparados siempre para la batalla, por lo que peleamos entre nosotros uno contra otro, con lanzas y espadas, como acérrimos enemigos, hasta que llega la hora en que volvemos a ser como hermanos y choquamos nuestros tarros en señal de aquel pacto divino de fraternidad.
Después de haber terminado, un hombre de semblante sereno trató de explicar su punto de vista, como quien trata de explicar algo a un grupo de niños.
– Si hay una hermandad entre los hombres, pero no para combatir unos contra otros, peleando por pelear.
No hay paises ni posesiones materiales por las que tengas que matar o morir, solo gente viviendo en paz.
Tampoco hay lujosos banquetes con joyas ni ropas extravagantes, porque son solo símbolos del hambre y la avaricia.
Después de todo, no es el paraiso ni el infierno, es solo el cielo sobre nosotros, esa hermandad a la que espero que todos ustedes se unan junto conmigo algun dia…
Otro sujeto no podía aguantarse la risa por todo lo que había escuchado, y pidió la palabra.
– No no no! Ustedes estan muy enajenados, es solo un lugar como cualquier otro aqui en la tierra donde cada quien se dedica a lo suyo.
Seguro, tambien existen los prejuicios y la gente metiche que dirá que lo que haces merece la pena de muerte, y cuando menos te lo esperas, bam! en la cámara de gases queriendo tan solo fumar un último cigarro mas…
Aún así ese lugar con praderas verdes y chicas hermosas es al que quiero ir. ¿Acaso no quieren ir a casa?

Entonces se hizo una pausa en la que todos se quedaron pensando en cual sería para ellos aquel concepto de hogar en el paraíso, hasta que alguien cortó el momento de inspiración con una pregunta.

-Bueno, y a todas estas, ¿tu que ves?

-Mmmm pues yo solo veo una luz en el camino, algo que te inspira a seguir adelante, creas en lo que sea que creas.
Finalmente la belleza de algo está en los ojos de quien la mira, y seguro que cada quien la verá con diferentes ojos…
De pronto, cada quien por su cuenta, se quedó pensando sobre lo que se dijo.
El mas recatado de todos tomo una pluma y se puso a escribir, al mismo tiempo que 2 de ellos bebían alegremente derramando whisky y aguamiel sobre la mesa riendose a carcajadas porque uno trataba de enseñarle a fumar al otro.
A lo lejos los observaba pensativo otro de ellos, mientras sacaba de su saco blanco un cigarro de otro tipo y se disponía a fumar tambien mientras creaba figuras caprichosas de humo en el aire al exhalar.
Del último lo que se supo fue que se retiró para continuar con una peregrinación que terminaría el dia de su muerte, pero que le daría la paz mental y espiritual de saber que se está ganando un lugar en la cima de aquella escalinata en el cielo.

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