Simulaciones interdimensionales

“…”

I. A finales de los 90 me encontré por casualidad un juego que mi papá había llevado a la casa. En este juego podías simular el diseño de una ciudad desde el inicio pero en la época actual: distribución de zonas residenciales, comerciales e industriales, instalación de servicios, transporte, explotación de recursos, políticas públicas, etc. Esta experiencia te permitía experimentar con el desarrollo y planeación de una ciudad a pequeña escala, sumergiéndote en un mundo en el que tú creabas y definías todo. Sin darme cuenta, me encontré atrapado en la simulación por días, tratando de hacer funcionar mis ideas una y otra vez. Lo dejé después de un tiempo; la dinámica del juego se me hacía algo complicada respecto a la toma de decisiones; planear mi vida y hacerme funcionar en la realidad ya era difícil de por sí. La música del juego, sin embargo, permaneció en el trasfondo.

II. Nos encontramos después con Jairo, un amigo de la familia que teníamos tiempo sin ver, y se mudaba de regreso a nuestra ciudad. Acababa de ingresar a una agencia de publicidad y apenas se instalaba en su nueva casa. Nos contactamos por parte del grupo de jóvenes de la iglesia y asi fue que terminamos pasando tardes de videojuegos en su casa. En algún momento platicamos sobre este juego y me comentó que le gustaba mucho, me dió algunos consejos y me enganché de nuevo. Pero no era sólo el juego, era toda la dimensión que lo rodeaba: el camino a donde vivía nos llevaba de una zona muy concurrida de la ciudad a una colonia muy tranquila y misteriosa y a una pequeña casa oscura y extraña. Todo en ese espacio parecía moverse a otra velocidad. La realidad que se veía desde adentro parecía muy diferente. Me ponía a pensar en estas cosas mientras en mi mente se escuchaba la misma melodía que escuchaba dentro del juego. Esas tardes con Jairo fueron un salto inusual en la realidad. Después de un tiempo perdimos contacto con él.

III. Regresé muchos años después a vivir a la misma colonia donde vivía Jairo. Acababa de ingresar también a trabajar en una compañía informática. Me habían asignado una computadora, por lo que decidí llevármela a mi casa para acondicionarla. Encontré que la persona que había ocupado la computadora antes había dejado en ella una interesante colección de música. Pasé algunas horas de un viernes por la tarde escuchando lo que tenía, hasta que me tropecé con ésta canción. La melodía se escuchaba extrañamente familiar. Me puse a pensar que regresaba a la ciudad donde crecí después de haber estado fuera por un tiempo, acababa de mudarme a la misma colonia tranquila y misteriosa donde alguna vez vivió Jairo. Mi casa era oscura extraña.

IV. Salí a la calle después de pensar en muchas cosas que se repetían. Recorrí los mismos pasos que alguna vez caminé, y aunque las cosas se veían un poco distintas desde mi perspectiva de adulto, todo parecía familiar. Me pregunté entonces si el que estaba pensando era yo o mi versión adolescente de cuando caminé por estas calles tiempo atrás. Pensé si Jairo se había hecho las mismas preguntas que yo me hacía ahora en el mismo lugar. Me preguntaba dónde podría estar Jairo y también me preguntaba dónde estaba yo.

V. Me quedé caminando sin rumbo por la colonia, buscando por las calles a un joven como yo, con la esperanza de que me dijera quién era en realidad. Tal vez Jairo había regresado, otra vez.

El mismo tango instrumental infinito se escucha en el fondo de aquellas simulaciones interdimensionales.

æJairo realmente existió, pero lo que más curiosidad me causa de todo el episodio es la capacidad que tenemos de proyectarnos en otras personas y en otros tiempos.

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