Restauración a plazos

“Al igual que un gas invade un laberinto, la nostalgia se hizo con mi corazón”

Tan pronto se adquiere algo con un precio considerablemente alto, llega el llamado “remordimiento del comprador”, que nos hace preguntar si el precio que se ha pagado ha valido la pena, sobre todo cuando es algo que se terminará de pagar después.

Me preguntaba esto al encontrarme en un nuevo comienzo, lejos de todo lo que conocía y claramente fuera de mi zona de confort. No estoy seguro de si la nostalgia me pegó el día uno, o ya venía con ella desde que decidí partir; lo que sí supe es que haría el comienzo un poco más difícil de lo que había considerado.

Pensaba en la nostalgia como un sentimiento nebuloso que invade cada rincón poco a poco. Era de esperarse que para poder comenzar de nuevo se tenía que dejar algo atrás ¿pero tanto?.

El regreso se veía muy lejos, y la restauración necesaria de todo lo dañado, incierta, considerando si al final habría de sanar por completo, o pretender que el tiempo todo lo curó.


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