El destino del aprendiz
“…a child, dreamfinder, the apprentice becoming… master!”
No es que crea en el destino, sólo terminé haciendo lo mejor que pude con lo que tenía.
Siempre fui muy curioso, independiente y me gustaba saber como funcionaban las cosas. He aprendido mucho, más que por enseñanza, por atención. Todo estaba por probarse.
En la estancia profesional me fue asignado un proyecto aislado. Mi tutora me explicó el objetivo y me dió libertad de elegir las herramientas para conseguirlo, empezando por armar mi propia computadora de entre las que estaban descompuestas. Me gusta ser práctico y resolver problemas con lo que hay. Parecía fácil.
El departamento de informática estaba saturado, por lo que había poco espacio para tutelas o guías. Creí que debía importunar lo menos posible a mi tutora y maximizar las sesiones de análisis, que fueron pocas.
Eventualmente se fue delineando lo que habría de ser mi perfil profesional: especialista en cajas negras, que se refiere a situaciones en que hay un objeto o sistema cerrado del que no se tiene mucho conocimiento y hay que hacerlo funcionar. Sin oportunidad de preguntar y con recursos limitados, hay que abrir la caja y poner atención. Con paciencia y dedicación, los secretos de la caja se revelan y aprendemos su funcionamiento. La práctica constante de lo aprendido y el descubrimiento de cosas nuevas si ponemos atención nos llevan a cumplir el destino del aprendiz.
Hacer lo mejor que podemos hasta que sea lo mejor posible.