Caso perdido

“Lift me up on my honor take me over this spell”

Dicen que hay que saber perder y asumir lo perdido antes de que sea mayor el daño. Retirarse es el siguiente paso que la lógica nos diría que hay que tomar cuanto antes. Aún así hay para quienes la salida es una cuestión importante entre salvar el honor o la paz mental. Salir de escena en llamas gloriosas o con espléndidos fuegos artificiales. O para lo que alcance.

Por aquellos días participaba en actividades de un grupo de la iglesia por invitación de _470. Misteriosos son los caminos del señor y de las personas sin conciencia.

Para ese sábado se había organizado una tarde de películas en casa de uno de los muchachos. Nada extraordinario para un día nublado. Ya para entonces era evidente que nada tenía que hacer con _470 ni con las demás personas, mucho menos con la iglesia y los designios de quien sabe quién.

Quizás aquel era el momento en que se podía salvar la paz mental y el honor decidiendo no ir más a esas reuniones, pero entonces no habría oportunidad para las flamas o los fuegos artificiales. Las emociones estaban afuera, y ningún relato emocionante ha comenzado con “ese día decidió no salir de su casa y mantener su paz mental”.

Apostaría el honor y la paz mental por lo que sea que pudiese ganar esa tarde. Encendí la moto y acudí a mi cita con el destino.

Por alguna razón ese día, de un grupo como de diez personas, solo fuimos cinco. Tal vez porque estaba lejos, o porque estaba muy nublado o aquello no resultaba tan interesante; el caso es que cinco estuvimos ahí, incluyendo a _470 y al anfitrión.

Decidieron poner una serie que me pareció un poco aburrida. Cada quien se acomodó y parecía estarla pasando bien. No tenía algo mejor que hacer, y al menos había chucherías para comer.

Entonces comenzó a llover. Algo trataba de poner a prueba mis ganas de estar ahí esa tarde, porque entre cada vez que me preguntaba si realmente valía la pena, más arreciaba la lluvia, hasta que se hizo torrencial.

Al interior de la casa, en la comodidad de la sala parecía no importar lo que pasaba, ni la lluvia ni la serie ni alguna otra cosa. Una de las chicas platicaba alegremente con su amiga, mientras en otro de los sillones se acurrucaban y besaban _470 y el anfitrión. No se si todo esto resultaba de lo más absurdo o de lo más normal en este mundo al revés donde yo solo era un personaje secundario fuera de lugar.

Tomé mi casco y salí sin decir nada, en plena lluvia y con el corazón nublado por un cúmulo de emociones amargas.

No hubo fuegos artificiales ni llamaradas ardientes, sólo un chico en su motocicleta acelerando entre miles de alfileres líquidos y fríos, con el único deseo de llegar a casa. Donde sea que estuviese.


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