Cambio de suerte
“Suerte que heredé unas piernas firmes, para correr si un día hace falta…”
Hay días que parece que no van a ningún lado, y los de 2001 parecían haberse quedado atorados en algún limbo indefinido.
Entonces habríamos de llegar a uno de esos meridianos de la historia que por muchas razones marcaría un después para miles de personas.
Tenía poco de haber dejado mi trabajo, uno de esos insufribles no tanto por lo que haces si no por quien te lo dice. Coincidió también con uno de esos cambios periódicos de casa, de modo que me encontraba como trompo girando en medio de la nada. Por aquel tiempo la salud de mi abuelita tuvo un deterioro considerable, por lo que estábamos pendientes de ella y del impacto del diagnóstico de diabetes con todo lo que conlleva.
Entonces escuché esta canción. Shakira volvía a los reflectores, esta vez decidida a iniciar la transformación hacia la estrella pop en la que habría de convertirse. Por alguna razón ese cambio de estilo hacia algo más popular se sentía como una traición a aquellos tesoros auténticos de la adolescencia. Quizá fui solo yo y nadie más guardó nada especial en alguna canción de aquellos discos que le antecedieron.
Los astros se alineaban nuevamente para un cambio de rumbo. Tenía meses de sobra hasta el inicio del siguiente ciclo escolar, y retirarme un poco de mi propia vida podría traer mejor suerte de la que hasta entonces me había tocado, por lo que decidí pasar un tiempo con mi abuelita acompañándola en su pueblo, lejos de todo. Junté mis cosas y me preparé para el viaje.
Era la mañana del 11 de septiembre.
El noticiero matutino de aquel día se había prolongado más de lo usual. La noticia del ataque a las torres gemelas de Nueva York daba la vuelta al mundo y la transmisión en vivo continuaba mientras todo transcurría trágicamente frente a nuestros ojos. La suerte de miles de personas cambiaba mientras que para otras solo se terminaba.
Partí hacia lo desconocido en medio de un ambiente de incertidumbre ciertamente global, entre decenas de estadounidenses que se apretujaban en la terminal de autobuses buscando lugares de regreso. Yo apenas iba, con el desierto en el horizonte y una suerte que habría de permanecer en el aire por meses.
Y así, mientras Shakira cantaba, tú ibas, otras persona volvían, tu abuelita comenzaba un viaje largo, y yo me quedaba inmóvil viendo todo lo que a mi alrededor pasaba… cada quien desde su lugar experimentando este mundo que compartimos, a pesar de que a veces se sienta que no es así. Y así nace la pregunta de la clásica sobre mesa ¿En dónde estabas tú cuando… ? Acontecimientos que marcan a la humanidad entera y que nos hacen darnos cuenta que estábamos ahí en compañía de todas y todos aunque pensábamos que no era así. Por otra parte, tal vez sea este el espacio, tal vez no, para agradecerte hijo, por el amor con que abrazaste a mi madre en ese justo momento. Era recíproco, como lo era lo mucho que se necesitaban ambos mientras el mundo se colapsaba en lo personal, en lo familiar y en todas partes.