Hechizo de una noche

“Regálame esta noche, retrásame la muerte”

La tarde comenzaba un día cualquiera entre semana. Aquel retiro significaba que lo que normalmente hacíamos un día como esos tenía que ser distinto.

La época de lluvias, el reposo por enfermedad de mi abuelita y mi indecisión vocacional nos acomodaban en el comedor de su casa. Buscaba yo entre su música la que habríamos de escuchar en la siguiente hora. La sesión de baraja y juegos de mesa se disponía a comenzar.

Inicialmente asociaba los boleros con las tardes de sábado en que mi abuelo paterno pasaba tiempo en el patio trasero de la casa vaciando una botella de tequila y naufragando en alguna tormenta interior mientras su mente se alejaba, supongo, a otros tiempos de juventud y oportunidades perdidas. Un cuadro triste sin duda.

Afortunadamente, mi vida pintaría cuadros más acogedores con estas melodías. En ellos veo a mi abuelita sentada en la mesa del comedor, disfrutando ya de una taza de café caliente y repartiendo la baraja. Del par de tazas brotaba un humo musical que llenaba la casa y acogía nuestros corazones.

Pasé tardes innumerables en aquel cuadro, disfrutando siempre de los mismos juegos y platicando con mi abuelita de todo y nada. Me contaba de sus tiempos con su papá y de aquella vez que cantó en un concurso, de sus días difíciles como hermana mayor, y después como mamá; incluso me llegó a contar cosas que ocurrieron ya en mi tiempo de vida y que yo desconocía.

Me gusta pensar en los hechizos, conscientes e inconscientes, con los que encantamos la vida de las personas. Al recordar aquellas tardes pienso que en esos momentos, las notas que flotaban en el aire contenían más que música y recuerdos: el hechizo de esta canción que encantaba nuestras vidas con una noche más.

Deseo que el hechizo se haya cumplido para mi abuelita, pues aunque ya murió, espero que haya vivido unos días más de los que en su destino estaba vivir. En cuanto a mi, aún es muy pronto para averiguarlo.

Si la muerte me espera con paciencia escuchando esta canción, no tendría ningún problema en acompañarla cuando se termine.

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1 Response

  1. Elizabeth Rodríguez Bonilla says:

    Y así es como se trasciende. En la memoria de quienes nos recuerdan. Y así, nos regalamos noches de mutuo y tácito consentimiento, que retrasan la muerte, aunque nos hayamos ido. Gracias. Hoy cerré mis ojos mientras escuchaba esta bella canción y el olor del café, el sonido de la lluvia tintineando en el patio de su casa, su risa, la tuya y la mía me abrazaron en un hermoso recuerdo. En verdad, mil gracias!

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