Charlas de café con José María Morelos
¿Se imagina lo que he pensado de mis compatriotas cada vez que traicionan lo más sagrado para enriquecerse ellos mismos?
Somos un pueblo de miedosos…
A propósito de las festividades del Bicentenario de la Independencia, y el Centenario de la Revolución, fue una grata sorpresa encontrarme con una colección de libros de “Charlas de café con…” personajes de la historia. Y entonces me puse a malviajar con un viejo problema conocido.
Hace poco reflexionaba con un amigo respecto a las clases de historia de nuestro sistema de educación. Le comentaba que definitvamente los cursos de historia de toda mi vida han sido siempre algo complicado y aburrido para mi. Creo que los cursos de la educación básica fueron muy escuetos y algo pasajero y sin chiste. No pasaron nunca de ser una clase de dictados y hacer planas sin hacer reflexiones de ningun tipo. Sin embargo, no culpo a los maestros. Pienso que, a mi gusto, la enseñanza de la historia es un reto para quien la imparte, porque la historia, como todas las historias, debe saber contarse.
Definitivamente las historias sólo nos gustan cuando nos la saben contar ¿cierto? Pues creo firmemente que lo mismo debería suceder con los acontecimientos que le han dado vida y forma al día de hoy. Justo reflexionaba al respecto cuando me encontré con estos libros.
La pregunta obligada para mí fué la siguiente: ¿Con quien me gustaría platicar?
Estaba Ignacio Allende, Vicente Guerrero, Agustín de Iturbide, Venustiano Carranza, Francisco Villa entre otros. ¿De quien me gustaría conocer la historia? Tristemente apenas logramos distinguir lo que hicieron unos de los otros en la parte de la historia que les tocó protagonizar. Entonces en mi mente traté de ir enumerando los guiones que a mi juicio les había tocado representar a cada uno. Todo iba mas o menos bien, hasta que llegué a José Maria Morelos. Mi mente estaba en blanco.
¡El del paliacate! Claro. Por ahí se escondían un poquito los “Sentimientos de la Nación”, pero que eran, quien sabe. Y nada mas.
Como es que tiene un lugar en la historia, si ni siquiera conseguimos asociarlo con el resto de los personajes históricos, a diferencia de Miguel Hidalgo o Vicente Guerrero. Entonces, ¿que hizo este señor para tener un lugar en el altar de la Independencia?
“Padre, me parece mejor que ha de ser usted un general que un capellán. Mejor tome las armas que rece por los que las toman”
Nunca volví a hablar con Hidalgo, ni a recibir nuevas instrucciones…
Fué un misterio que pude resolver con el cambiar de las páginas. Ahora todo tenía sentido. Hidalgo y Morelos se cruzaron tan sólo un par de veces en sus vidas. Sin embargo, fué tal el impacto del primero sobre el segundo, que no necesitó mas entrevistas para hacer propia la causa de la independencia y entregarse en cuerpo y alma, como buen “Siervo de la Nación”. Descubrí que efectivamente no compartía la escena con personajes primarios de la independencia, sin embargo, los nombres como Nicolás Bravo, Mariano Matamoros y los hermanos Galeana empiezan a llenar esos huecos.
Mientras la escena principal de la independencia transcurre en el centro del país y todos miramos hacia Guanajuato a la persecución y muerte de Hidalgo hacia el norte de la Nueva España, José María Morelos se dió a la tarea de cumplir firmemente con las órdenes recibidas del mismo Hidalgo:
“Le ordeno marcharse para que en la costa del sur levante tropas, tomar el puerto de Acapulco y establecer un nuevo régimen”
Instrucciones que cumplió al pie de la letra, a veces tan estrictamente que la historia le juzgará después como insensato y que de haber sido mas flexible al respecto hubiera conseguido presenciar la consumación de la tan anhelada Independencia. Las valientes historias de la toma de Acapulco, el heróico sitio de Cuautla y sus rencillas con Calleja, hasta su trágica captura y ejecución; se suceden estrepitosamente mientras esperas el conocido desenlace, tratando de averiguar que salió mal si todo iba tan bien.
No les cuento mas, de verdad, les invito a que si encuentran estos libros le den la oportunidad, al menos a uno sólo de los personajes de la historia, de que les platique su versión de los hechos, y de que sea a modo de cuento, que develemos ese misterio que ha sido para nosotros la historia de nuestro propio pais.
Les paso el dato de la publicación, son tomos por separado que igual pueden encontrar en tiendas de autoservicio o librerias de su preferencia: “Charlas de café con…” Editorial Grijalbo.
Permitan que les cuenten la historia, no que se las dicten…